20 de marzo del 2023

Vida, gran escuela.

Querida alma mágica:

¿Cómo estás? ¿Qué te ha dado la vida en estas semanas? ¿Qué te ha quitado? ¿Qué te ha enseñado?

Yo estoy muy bien. Muy feliz, muy emocionada.

Primero porque hoy es el primer día público de Florecer Mágico. Tengo una sensación de vacío en el estómago que he aprendido que viene cuando tengo miedo. Al mismo tiempo, siento un calor agradable en el pecho porque pocas cosas las he sentido tan bien como por fin permitirme ser vulnerablemente honesta en un proyecto que he soñado por años.

También estoy muy contenta porque este sábado 18 fue mi cumpleaños y, con infinita seguridad, te digo que hace muchos años que ese día no me emocionaba tanto como en este 2023.

No sabría decir exactamente qué dentro de mí ha cambiado, pero este año me siento más preparada que en otras ocasiones para enfrentar la vida.

Además, siendo muy sincera, tuve un día muy mágico en compañía de toda mi familia.

Este año me sentí con la libertad y seguridad de compartir con mis seres queridos un espacio espiritual, cargado de energía positiva y amor a través de una ceremonia de cumpleaños. Compartimos cacao, canciones, terapia de cuencos, muchas flores, buenos deseos… y lo más importante, como familia, tuvimos la oportunidad de limpiar y trabajar un poco nuestra energía. 

Entiendo que en mi familia no todos están tan involucrados en temas espirituales como yo lo he estado en estos últimos meses, y quizá no todos comprendían bien de qué iba todo en mi ceremonia, pero agradezco profundamente la mente y corazón abiertos que tuvieron para compartir conmigo este momento. Espero que les haya dado un poco de la paz que yo he encontrado en este tipo de ceremonias.

Realmente fue una ceremonia muy emotiva y pude reflexionar sobre muchas de las decisiones que he tomado, que estoy por tomar, y el camino que voy a tomar para mi vida. Lo más importante fue que fue un espacio lleno de amor y que nunca antes me había sentido tan sostenida por toda mi familia.

15 lecciones de vida

Luego de la carta 04, que fue muy directa y no tanto a la vez, vuelvo a hablar a cualquier alma que pueda conectar con alguna de mis palabras.

Hoy, con la mente más clara luego de toda la energía que se movió y el corazón abierto, quiero compartir contigo 15 lecciones que he aprendido a lo largo de estos 27 años de vida.

La felicidad sí se nota en una mirada.

Y en todo el rostro en general. Pero, ¿alguna vez te han dicho que los ojos son la ventana del alma?

La verdad, yo nunca había tomado enserio eso hasta que encontré una foto de mi cumpleaños hace dos años. Comparándola con la de este año, entiendo a dónde va la gente cuando dice eso. Cuando el alma está genuinamente feliz, se nota.

No puedo enfrentar el mundo sola.

No importa cuantas veces me repitiera a mí misma que yo podía sola contra todo lo que se me presentara. La realidad es que somos seres sociales y todos, en algún momento, necesitamos de un círculo de apoyo. 

Necesitamos de un grupo de personas en quienes apoyarnos cuando todo se vuelve demasiado duro para sobrellevar solos.

No es bueno reprimir las emociones.

Después de tanto intentar hacer eso, me he dado cuenta que al final siempre salen. No importa que tan rápido corra de ellas, ellas siempre son más veloces. 

Uno de los actos de amor más grandes que podemos hacer por nosotros mismos es permitirnos sentirlas. A veces puede ser un poco (o muy) abrumador, pero es mejor eso a el caos que causan cuando deciden abrirse paso por su cuenta.

No tengo que preocuparme por ser una carga en mis momentos más bajos.

Los últimos años me alejé mucho de todas las personas que quiero y que me quieren. Me sentía tan mal emocionalmente, tan perdida, que no quería ser una carga para nadie. Lo más fácil fue alejarme del mundo. Dejar de contestar mensajes. Dejar de salir. Dejar de conectar con mis seres queridos.

Hoy entiendo que las personas que me quieren, no ven como una carga el darme el apoyo que necesito en mis momentos más oscuros.

Ir a terapia es importante.

Y es importante seguir un proceso guiado de forma adecuada.

La terapia la he intentado desde los 17 años y fue hasta hace ocho meses que decidí seguir el proceso de acuerdo a la orientación psicológica que estaba recibiendo. 

Durante la pandemia estuve tomando terapia y tan no estaba lista para sanar que terminé por abandonarla. Me ha costado reconocer todas las ocasiones que yo misma saboteé mi proceso de sanación, pero ahora reconozco el camino que he recorrido y el esfuerzo que me ha costado.

En otra carta te contaré un poco más de mi proceso con la terapia.

Agradecer sana el alma de formas inexplicables.

Llevo varios meses tratando de enfocarme en las cosas que tengo y no en las que me faltan. Trato de todos los días encontrar al menos tres cosas por las que estoy agradecida y eso me ha ayudado a poner mi vida en perspectiva y a darle paz a mi alma de maneras que no puedo expresar.

No te voy a decir que todos los días es fácil. Hay ocasiones en que encuentro más de tres cosas por las que agradecer, hay otras en las que tres parecen una tortura. 

Pero, ¿te cuento un secreto?

En los días más difíciles, agradezco por lo más simple y natural: agradezco la vida.

Y eso es suficiente para cambiar mi mentalidad para el día.

El amor propio no es tan bonito como a veces lo pintan.

La verdad es que, en ocasiones, duele y mucho.

Es un proceso de mucha introspección en el que te das cuenta que hay personas que ya no tienen un lugar en tu vida por distintas razones. Te llaman egoísta. Te llaman berrinchuda. Te llaman loca. Te llaman rara.

Te llaman de muchas maneras.

Lo importante es que seas consciente que el amor propio es uno que te va a acompañar a lo largo de tu vida y no es uno que vale la pena sacrificar por nada ni por nadie.

Las personas cambian.

Y no es bueno aferrarse a ellas.

Todas las personas estamos en constante evolución y, cuando es momento de soltar a alguien, lo mejor es hacerlo.

No digo que sea fácil pues a mí me ha tomado años entender esto. No digo que no duela, pues mi almohada sabe mejor que nadie de todas las lágrimas que he derramado por personas que ya no están en mi vida. 

Pero al final, hace más daño aferrarse a una persona simplemente por todo lo que alguna vez fue. Lo mejor es recordar la historia con todo lo que nos dejó, bueno y malo, y agradecer todo lo vivido.

Cuando no puedas creer en nada ni en nadie, cree en ti.

Esta es otra lección que me ha costado mucho trabajo. 

He tenido momentos a los largo de estos 27 años en los que he perdido la fe y confianza en absolutamente todo. Es cuando más oscuro he visto el mundo. 

Pero he aprendido a encontrar la luz en mí. Esa que me guía y me lleva a donde tengo que llegar.

Llámemosla intuición, si quieres. 

El punto es que por algo la tenemos. Es bueno aprender a escucharla y a confiar en ella.

No es malo tener un lugar seguro en el que refugiarse en los días difíciles.

Todos necesitamos ese espacio sagrado que es únicamente nuestro y de nadie más. Sí, es bueno tener un círculo de apoyo, pero a veces se necesita un momento de soledad para procesar.

¿Cómo puedes decirle a alguien más cómo ayudarte si tú antes, por tu cuenta, no descubriste lo que necesitas?

Pasé muchos años sintiéndome culpable por esconderme en mundos de fantasía leyendo fanfictions y, en su momento, escuchando los discos de One Direction hasta el cansancio. Eran mi lugar seguro para entender lo que pasaba en mi cabeza.

Hoy ya no me siento mal por darme un tiempo para refugiarme en mi lugar seguro de tal forma que me permita entender qué pasa adentro de mí y así buscar ayuda.

Pase lo que pase, no debo olvidar quién soy y qué me gusta.

Los gustos, valores, creencias, pasatiempos y recuerdos son todos parte de quién soy.

Hace un año yo no recordaba nada de eso y creo que eso fue gran parte de lo que me hizo sentirme tan perdida. No recordaba quién era. No sabía decirle a la gente qué me gustaba y qué no. No sabía poner límites.

Ahora, cuando siento que me encuentro de nuevo con una parte de mí que estaba perdida, la anoto. Escribo ese detalle, por más pequeño que sea, de algo que me gusta, algo que no, algo que me enoja o me pone triste. Todo.

Absolutamente todo suma a ese gran ser que soy hoy.

No porque una vez me lastimaron, significa que tengo que dejar de confiar en la gente.

Y no me refiero exclusivamente a un amor. Hablo de cualquier persona en general.

En mi caso, fue mi mejor amigo. Nadie me ha lastimado como lo hizo él y, por muchos años, me cerré por completo a mis amistades. Dejé de confiar en todas y me rehusaba a ser yo misma a su alrededor, sentía que tenía que esconderme porque, cuando fui vulnerable, me lastimaron.

Entiendo ahora que no fue justo ni para mí, ni para las personas que me quieren.

Tener una forma de expresión libera el alma.

Ya sea escribir. Dibujar. Tocar algún instrumento. Practicar un deporte.

Siempre ayuda tener una actividad que permita externar lo que, a veces, las palabras no alcanzan a decir. 

El dolor es innevitable.

Y está bien. Porque todo pasa.

Porque todo nos enseña algo.

Todo es perfecto y todo llega en el momento justo para nuestra evolución.

No importa cuántos años cumpla, Harry Styles es Harry Styles.

Y ese es un pequeño gran lugar seguro para mí.

¿Cuál es tu lugar seguro?

Lo bonito es el camino

No sé cuántos años tienes. No sé en qué parte de tu historia estás, pero sé lo aterrador que es ir a nuestro interior y aceptar las lecciones que nos han dolido.

También sé lo gratificante que es reflexionar sobre todas ellas, mirar atrás y darte cuenta de todo lo que has crecido, madurado y el largo camino que has recorrido.

Hace unos días, me recomendaron una canción que no podría decir más claro mi proceso. Hoy quiero compartir contigo Ella de Bebe.

Querida alma mágica, ¿cuál es la lección más importante que has aprendido hasta hoy?

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