29 de julio del 2023
A veces nuestra versión adolescente necesita un abrazo.
Querida alma mágica:
Wow. Brownies (sin nuez). ¿Qué título es ese para una carta?
Wow. Wow. Han pasado tres meses y cinco días desde la última carta que subí y, sinceramente, no me siento orgullosa de eso.
En alguna parte dentro de estos meses, me volví a sentir un poco perdida. Sin embargo, poco a poco retomo el rumbo. Un día a la vez. A veces, cuando eso es muy complicado, una hora a la vez. O un minuto a la vez.
Pero hoy estoy de vuelta y te pregunto… ¿cómo has estado tú? ¿Cómo te ha tratado la vida estos meses? ¿Te has sentido feliz? ¿Triste? ¿Quizá perdido?
¿Qué has sentido?
La verdad es que yo soy muy consciente del tiempo que ha pasado desde la última vez que publiqué una carta y, admito que en estos meses he tratado (y fallado) muchas veces de escribir la siguiente. Nada fluía. Hasta hoy… y no podía esperar a poner todo en un post de Florecer Mágico.
Esta carta es muy personal y no todo el contenido es tan reciente o algo que escribí en un momento de inspiración.
La realidad es que la carta de hoy es una entrada que encontré en mi diario. Una carta que escribí hace casi un año. Hoy estoy lista para que vea la luz porque sé que no soy la única persona que, en algún punto, ha sentido que quiere rendirse ante el mundo entero.
Pero antes, permíteme contarte un poco del nombre de esta carta.
Admito que no tiene mucha ciencia. Es una explicación más simple de lo que puedes imaginar.
El chocolate siempre ha sido mi alimento de confort en los momentos difíciles. Sea en helado. En pastel. En barra. En una bebida. En brownies.
Eso sí… siempre sin nueces. O almendras. O avellanas. O cacahuates. Porque no me gustan.
Estas últimas dos semanas he tenido una idea revoloteando en mi mente que, quizá con el tiempo te la cuente. No es nueva. En realidad es un sueño que a veces pierdo de vista, pero que siempre vuelve. Y como parte de esto, he tenido unas ganas infinitas de hornear brownies. Así que eso hice.
Y estos brownies se sintieron como un abrazo al alma. Ese confort que había necesitado estos meses.
Justo como la carta que comparto contigo hoy.
Pero, antes de que sigas, permíteme hacerte una pregunta…
Si pudieras volver en el tiempo, ¿qué le dirías a tu versión de 16 años?
Querida Grace:
No te voy a preguntar cómo estás. Ya lo sé.
No estás bien.
Te sientes triste. Te sientes sola. Te sientes incomprendida. Te sientes vulnerable. Te sientes perdida. Te sientes frustrada. Te sientes enojada con la vida sin motivo aparente. Te sientes fuera de lugar.
Sientes que no eres suficiente para que te quieran.
Sientes que tu cuerpo es horrible y, sin importar lo que hagas, no te sientes cómoda en este.
Sientes que no tienes la inteligencia para abrirte al mundo y socializar.
Sientes que no vales nada.
¿Lo ves?
Sé cómo te sientes y todo lo que pasa por tu cabeza.
Sé que lloras en las noches hasta quedarte dormida y que muerdes tu almohada para ahogar cada uno de tus sollozos. No quieres que nadie escuche. Que nadie sepa lo que pasa dentro de ti.
Sé que te lastimas las piernas y las muñecas en busca de la mínima sensación de alivio al vacío en tu pecho.
Sé que no te llevas bien con mamá. Que sientes que no te quiere porque no puede entenderte.
Sé que gran parte del tiempo quieres salir corriendo. Esconderte del mundo y que nadie sepa de ti nunca más.
Sé que tienes miedo de salir de tu casa, así sea con gente conocida.
Sé lo mucho que te aterra el futuro y todas las decisiones importantes que tienes que tomar. Sé que quieres elegir pensando en toda la familia. Sé que crees que tienes que tomar una decisión con la que cada uno de los integrantes de la familia se sientan orgullosos de lo lejos que llegarás con tu elección.
Sé que aunque quieres irte lejos de tu familia, te aterra la idea de separarte de ella.
Sé que Jorge y Kevin son tu mundo entero en lo que respecta a amigos.
Sé que no te sientes feliz en San Luis Potosí, aunque en el fondo ambas sabemos que es la ciudad que más quieres hasta el momento (y lo seguirá siendo años después).
¿Ya lo entiendes?
¿Ya entiendes que yo te entiendo?
Yo entiendo porque ya pasé por eso. Por todos y cada uno de esos momentos… y justamente te escribo estas palabras porque hay muchas cosas que sé te gustaría escuchar. Son muchas cosas que me hubiera gustado escuchar a los 16… haber estado lista para saberlas a esa edad.
Pero todos vivimos de la forma en que podemos, con las herramientas que tenemos a la edad que sea. Y esas eran las tuyas… sin embargo, eso no significa que en este momento no voy a intentar sanar esa parte de nosotras con todo lo que voy a decirte. Así que, aquí estoy.
Primero que nada, quiero pedirte perdón.
Perdóname por no quererte lo suficiente como para que creyeras en el gran valor que tienes como ser humano.
Perdóname por no haberte dado alas para volar, ni la seguridad para emprender el vuelo e ir tras tus sueños.
Perdóname por haber lastimado nuestro cuerpo. Ahora sé que debí haber sido la primera en amarlo tal y como era.
Perdóname por haberte alejado de tus amigos y no permitirte vivir las experiencias que te tocaban en esa etapa.
Perdóname por el miedo que tuve a dejarte brillar y a que el mundo te conociera. Perdóname por no dejar que descubrieran lo maravillosa que eres y toda la magia que vive dentro de ti.
Quisiera decirte que no me arrepiento de nada y que todo lo hice por tu bien… pero estaría mintiendo. La realidad es que me arrepiento profundamente de no haber creído en ti y en toda la fortaleza que tienes para enfrentarte al mundo.
Hoy entiendo y veo claramente el daño que te hice… aunque te lo juro, nada fue intencional. Más que nada, fue mi manera de lidiar con la oscuridad en mi cabeza y las voces dentro de ella que me repetían una y otra vez que ser yo, al natural y sin barreras, dejándome querer, nunca sería suficiente para ser feliz.
Pero hoy, 11 años después, entiendo muchas cosas.
Es por eso que, atreviéndome a ser esa Grace valiente que he descubierto estos meses, la que nunca pude ser en mi adolescencia, te digo las cosas que hubiera querido escuchar a los 16. A los 17. A los 18. A los 19.
Número uno: eres más valiente de lo que imaginas.
Sé que sientes y piensas que eres débil y cobarde, pero tienes la fortaleza y valentía para enfrentar un mundo que, conforme creces, se vuelve cada vez más cruel.
Solo tienes que aprender a buscar en ti esas cualidades de las que te hablo. Siéntate en silencio contigo y permítete mirar en el interior. Sé que suena terriblemente complicado y aterrador, pero con el tiempo no lo es tanto.
Número dos: no tomes decisiones buscando complacer a nadie que no seas tú.
Te puedo decir con certeza que, si quieres complacer a la gente, siempre le fallarás a alguien. Y hoy te prometo, te juro, que puedes vivir con eso porque, al final del día, nada duele más que darte cuenta que te fallaste a ti misma.
Número tres: no le temas al futuro.
Sé que en este momento te aterra decidir qué vas a estudiar. Te faltan dos años y eso es lo único en lo que puedes pensar porque… es el resto de tu vida.
Si eso no es suficiente para aterrarte, ¿qué lo es?
Lo único que puedo decirte hoy es que sigas a tu corazón. Aunque con la lógica no puedas explicar tus decisiones, te aseguro que tu corazón sabe a dónde te está guiando.
Número cuatro: no dejes de escribir.
Pero no solo eso… no tengas miedo a mostrarle al mundo tus palabras y dejar que las lean.
No le tengas miedo a la crítica porque, sea buena o mala, te va a hacer crecer.
Número cinco: sé paciente con mamá.
El 95% del tiempo sientes que no te entiende y que no te quiere lo suficiente, pero te juro que no es así. Es otra mentira de nuestra mente oscura.
Lo único que tienen que hacer es trabajar juntas para aprender a comunicarse y a demostrarse afecto sin miedo al rechazo. Te juro que esa relación sí mejora.
Número seis: el mundo fangirl es muy divertido, pero no lo es todo.
Mejor que nadie conozco el lugar seguro que Justin Bieber y One Direction son para ti. Sé que cuando has necesitado algo a lo que aferrarte, ese algo han sido ellos. Y te aseguro que seguirán siéndolo… tal vez ya no todos.
Spoiler alert: tal vez en unos años, solo Harry.
Pero, el punto central es… no te escondas en ese mundo de fantasía. Sal al mundo real y descubre lo que tiene para ti.
Número siete: no te aferres a la gente.
Las personas van a ir y venir de tu vida… algunas ya no regresarán. Y decidirán no volver por elección propia.
Quiero que cuando ese momento llegue recuerdes esto: no es porque tú no seas lo suficientemente buena para esas personas. Simplemente esas cosas suceden cuando ya no hay más por dar o aprender de esa relación.
Agradece lo vivido y deja ir a las personas desde el amor. Te vas a ahorrar noches interminables de llanto si empiezas a trabajar en entender eso.
Número ocho: no escondas tus emociones.
Siente todo.
Aprende a hacerlo y a reconocer cada emoción. Una herida necesita aire para sanar. Es parte de la vida. No les tengas miedo. Y nunca, nunca, nunca te avergüences de sentir demasiado. No sabes lo afortunada que eres de poder hacerlo.
Número nueve: cuida tu salud mental.
Entiendo que te dé miedo hablar de este tema porque en nuestra familia nunca se ha hablado de depresión, ansiedad, o cualquier otro tema relacionado.
Quiero que sepas que no está mal que empieces a hacerlo. Tampoco está mal que cuides la tuya.
Número diez: no tengas miedo a soñar…
… pero de vez en cuando aterriza los pies en la tierra.
Número once: háblale a Ramiro.
Te juro que no se acaba el mundo y no te lo digo porque quiera hacerte entrar en una crisis nerviosa.
Lo digo porque aprenderás más de lo que te imaginas.
Te darás cuenta que sí puedes controlar tus emociones. Quizá no controles las manos temblorosas ni podrás evitar que se te quiebre la voz, pero te vas a dar cuenta que las personas que te llaman la atención no están en ese pedestal inalcanzable en el que las pones cuando te empiezan a gustar.
Número doce: vive.
Brilla. Deja que la gente te quiera sin miedo al dolor que sentirás cuando, inevitablemente, salgan de tu vida.
Tienes mucho que ofrecerle al mundo. No te escondas.
Número trece: permite que personas nuevas lleguen a tu vida.
No te cierres al círculo de cinco amigos que te ha acompañado hasta el momento.
Sí, son increíbles, pero no son el mundo.
Número catorce: ámate tal cual eres y cuídate.
Cuida tu cuerpo y tu mente. No dejes de aprender y no descuides tu salud física. Cuida tu alma. Cuida tu fe en la vida. Cuida tu creatividad. Cuida tu imaginación. Cuida cada detalle que descubras sobre ti. Cuida tus sueños. Cuida tus metas.
Número quince (para cerrar, lo prometo): TE QUIERO…
… Y ERES MUY VALIOSA.
Este último punto te lo repito porque nunca te lo he dicho lo suficiente.
Te quiero. Eres muy valiosa y mereces vivir feliz.
Y antes de despedirme, te regalo una canción a ti, mi versión de 16 años que necesita esto: My Mind & Me de Selena Gómez.
Sé feliz hoy… porque es lo único que tienes seguro.