25 de junio del 2024
Qué lindo se siente volver… aunque que aterrador.
Querida alma mágica:
¿Cómo has estado?
Ha pasado una eternidad desde la última vez que estuve por aquí, no me lo tienes que decir. La vida ha sido caótica estos meses.
¿Por qué cuando le tomamos un poco de ritmo a lo cotidiano, de pronto un huracán nos roba la calma? Porque estábamos muy cómodos, ¿no?
Al menos eso suelen decir.
Antes de entrar de lleno en todo lo que quiero que sea este post, ¿cómo va tu año? ¿La vida te ha dado todo lo que quieres y por lo que has trabajado? ¿Te sientes feliz?
Si te contara todo el caos que fue la primera semana de junio para mí, con eso tengo de sobra para el drama de lo que resta del 2024.
La verdad es que en enero intenté escribir esta primera carta del año y las cosas simplemente no fluían.
No, corrección. No las dejaba fluir.
Alguna vez, hace mucho, cuando recién empezaba este blog… te contaba que estaba aprendiendo a dejarme fluir y escribir lo que fuera que mi corazón necesitaba decir. Últimamente me he dado cuenta que, a veces, necesito obligar a mi corazón a decir las cosas. No me puedo pasar los días sentada, esperando que las palabras vengan a mí de manera milagrosa, porque si me han dejado un aprendizaje estos seis meses del 2024, es que muchas veces las batallas todavía las ganan mis demonios.
Te confieso que escribo esa frase y me recorren el cuerpo escalofríos. No sé si esas palabras son las adecuadas para este punto de mi vida, especialmente hoy, después de enterarme que hay gente por ahí que dice de mí que soy un poco inestable mentalmente (una historia que te contaré después).
Aunque siendo sincera, mi psicóloga genuinamente diría que el camino que he recorrido en dos años de terapia dista mucho de ser el de una persona inestable mentalmente. Sin embargo, no puedo evitar que las dudas me ganen… sobretodo después del caos que me ha acompañado estas semanas.
En fin, si voy a escribir esta carta bien, me voy a ir al principio de este 2024.
En esta carta…
2024 hasta el momento
Enero fue un mes en el que yo realmente me sentí invencible. Estaba feliz. Estaba empezando el año en un trabajo que me encantaba y que si seguiste algunas de mis cartas anteriores, sabes que me costó mucho esfuerzo, tiempo, prueba y error encontrar. Entré a trabajar a un grupo restaurantero de León, en el área de redes sociales y marketing. Uno de los restaurantes favoritos de mi familia forma parte de este grupo y te podrás imaginar que todos estábamos encantados cuando me llegó esta oportunidad.
Desde que tengo memoria de mi vida laboral, no tengo recuerdos de haberme levantado tan alegre para ir a la oficina como lo hacía para esta empresa. Sí, como en todos lados, había días caóticos en los que me faltaban horas para todo lo que tenía que hacer… pero siempre salía todo y lo hacía con amor porque genuinamente disfrutaba lo que estaba haciendo. Además de esto, me sentía en un buen punto en cuanto a relaciones personales.
Febrero se me fue como agua entre los dedos. Tuve una nueva idea para una novela, la cual todavía no escribo, pero sé que llegó a mí por esos meses porque tenía un crush estúpidamente innecesario en un compañero del trabajo y la idea surgió con él. Esa es una historia que también tendrá su propia carta, te lo aseguro. Aunque, si de algo me comencé a dar cuenta en febrero, es que nuevamente la vida había juntado mi camino con el de personas que me llenarían el corazón de amor y luz a largo plazo. Hoy sigo creyendo firmemente eso.
Febrero dio paso a Marzo y con él llegó de nuevo mi cumpleaños. Si leíste la carta de este día especial, pero el año pasado, quizá recordarás que lo celebré en una ceremonia holística con mi familia. En esta ocasión decidí que quería festejar con mis amigos. Tenía años sin hacerlo y se sintió tan bonito poder juntarme en una misma noche con las mejores partes de toda mi historia. Además, fue una fiesta temática de Harry Styles y eso le dio un toque extra especial a mis 28… pero, no doy más detalles porque una fiesta temática de Harry Styles se merece un post exclusivo. Fui muy feliz todo este mes y mi cumpleaños tuvo, sin duda, mucho que ver.
Abril fue un mes lleno de trabajo. A donde sea que volteaba, veía pendientes y poco tiempo para sacarlos. Aún así, siempre lo logré. Este mes trajo consigo un cambio de jefe. Fue un proceso de adaptación que, hasta que todo explotó, pensé que iba bien. También trajo consigo otras situaciones un tanto más delicadas que un cambio de liderazgo en el trabajo. Este mes fui consciente que estaba sufriendo acoso sexual en mi espacio laboral y esa es la razón por la que ahora dicen que soy una persona mentalmente inestable. Como suele pasar en estos casos, aparentemente, exageré y todo pasaba en mi cabeza.
Mayo siguió la carga de trabajo y la locura de querer cumplir con todo y con todos. Me volví loca y genuinamente, creo que hasta dí de más a cosas y personas que, ahora lo veo, no merecían el esfuerzo. Traté con tanta fuerza de darlo todo en mi trabajo porque me gustaba… hasta que simplemente ya no se pudo más y, como era de esperar, todo explotó.
No te voy a hacer el cuento largo porque ese no es el propósito de esta primera carta de vuelta. Simplemente te voy a decir que junio fue un mes de quedarme en el piso, hecha bolita, con el corazón roto y la seguridad en mí un poco (bastante) pisoteada… pero eso sí, siempre con una sonrisa.
Recuento de daños
A mi recuento de daños del 5 de junio y tomando en cuenta todo lo vivido este 2024, tenía lo siguiente:
- Desempleo. Había tenido que dejar un trabajo que me encantaba.
- Sufrí acoso sexual en un trabajo que me encantaba.
- Sufrí hostigamiento laboral en un trabajo que me encantaba.
- Mi mamá estaba a 753 kilómetros de distancia, mi papá a 221, mi hermano a 383 y mi hermana a 9,073. Conclusión: no tenía cerca a ninguna de las personas que quería que me abrazaran ese día.
- Una lista interminable de dudas sobre mi capacidad para desempeñar mi trabajo.
- Una voz que se repetía una y otra vez en mi cabeza preguntándome si de verdad había vivido todas esas situaciones laborales, o solo las había imaginado.
- Muchas voces repitiéndome una y otra vez que debí haberle dado guerra a la empresa por lo que había pasado.
- Un coraje que me estaba quemando por dentro como fuego.
- En mi computadora, una denuncia interna por acoso sexual y unos videos de los hechos que con el paso de los días se convirtieron en nada y a mí me convirtieron en una loca exagerada.
- Muchas ganas de gritar.
- Dos camisas de uniforme que ya no me servían para absolutamente nada.
- Fantasmas de un crush (ex crush) que se sumaba a la lista interminable de “todos los chicos de los que me enamoré (not really)”.
- Habíamos perdido el descuento en nuestro restaurante favorito.
- Un estimado de una visita semanal al consultorio de la farmacia porque sentía que me moría.
- Dos ataques de pánico y una interminable lista de ataques de ansiedad.
- Tres sesiones con mi psicóloga en mayo, más de las que llevaba en lo que iba del año.
Grace… ¿y lo positivo?
Te confieso que ver el lado brillante y alegre de la vida en esos momentos no fue nada fácil. Tan fue así, que sí, el recuento de lo bonito lo pude hacer hasta finales de julio (y sí… llevo todas estas semanas escribiendo esta carta).
En fin… si realmente pongo los hechos en perspectiva, no todo era malo. Al recuento de lo positivo, tenía otras cosas que tomar en cuenta que hacían los días difíciles un poco más llevaderos:
- Un nuevo trabajo.
- Más control sobre mi tiempo y libertad para decidir qué hacer con él.
- Empecé a ir a clase de pilates en las mañanas.
- Después de 10 años, retomé la comunicación con un gran amigo de la secundaria y prepa. ¿Te acuerdas de la carta 04?… Bueno, ahora tengo respuestas a varias de mis preguntas y he sanado el corazón de mi Grace adolescente que se quedó con muchas cosas por decir.
- Unas trufas de champán rosado de Bélgica que me trajo mi hermana de su intercambio en Europa. Yo las encontré durante mi intercambio en 2019, en mi corto viaje a Bruselas, y me enamoraron. Pensé que nunca las volvería a comer y, después de 5 años, sudeció nuevamente.
- Un boleto para ver a Niall Horan en Ciudad de México en Septiembre.
- Tuve una fiesta de cumpleaños increíble con temática de Harry Styles.
- Leí un libro que tenía años con ganas de leer: Cuando no queden más estrellas que contar de María Martínez.
- Encontré un grupo de meditación con cacao que es un abrazo al alma.
- Nuevos amigos que se han quedado conmigo a pesar de todo el drama en mi vida durante el mes de junio.
- Retomé la comunicación y convivencia con una amiga que conocí en mi verano en Disney en el 2018. Fuimos roomies y estoy convencida que la vida nos volvió a juntar de una forma increíble desde que vino en marzo a mi fiesta de cumpleaños.
- Empecé a comer más saludable.
- Me dí cuenta que sí funciono bien con acrílico en mis uñitas y ahora me pongo porque me hacen sentir linda.
Si me pongo a contar los bullets en mis listas, obviamente son má daños que cosas positiva, y creo que eso tiene mucho que ver con que tiendo a ver el vaso medio vacío cuando la vida me supera.
Pero, si me preguntan, creo que habla muy bien de mí el hecho de que la lista de daños sea solo 3 bullets más larga que la de highlights. Es un gran progreso en mi proceso.
La realidad es que el 2024 ha sido una montaña rusa de emociones, pero ¿qué año no lo es?
Es parte de la vida, ¿no?
Antes de mi cumpleaños, tuve una sesión con mi astrólogo para mi revolución solar. Me dijo que mi retorno de Saturno lo tendría en el 2025 y que todo este año la vida se iba a poner de cabeza para mí.
Cuando lo escuché, te juro que tuve que contener las ganas de reírme. Pensé que mi astrólogo de confianza había perdido su toque conmigo y que al final ya no sería tan de confianza.
Yo me sentía reina del mundo cuando tuve esa sesión. Juraba que nada podía salirme mal en ese momento. Por supuesto que jamás contemplé la opción de que mi mundo ardiera en los siguientes meses.
Como te decía, todo ha sido una montaña rusa, pero me ha enseñado tanto.
Antes de estas últimas semanas, había pensado que por fin empezaba a poner mi vida en orden y que todo estaba fluyendo de la manera en que esperaba. Por fin tenía un trabajo estable, grandes amistades, mi vida familiar estaba más o menos en orden, y mi psicóloga había dejado de pedirme sesiones cada dos o tres semanas. Todo iba bien.
Justo cuando pensaba que tenía todo bajo control, me dí cuenta que no controlaba nada. Que sigo siendo tan frágil y vulnerable como hace dos años, solo que con mejores herramientas para enfrentar los momentos de crisis.
Justo cuando pensaba que había aprendido a coexistir con mi ansiedad y mis demonios de la manera más sana posible, con herramientas para que nunca más me dominaran, me dí cuenta que siempre es más sencillo volver a viejos hábitos y patrones.
Justo cuando pensaba que me había convertido en una mujer en armonía con sus emociones, me dí cuenta que llorar sigue siendo mi forma favorita de lidiar con la vida y que eso no tiene nada de malo… creo.
¿Y sabes qué?
A pesar de todo, me dí cuenta que soy muy afortunada por todo lo que viví en estos meses porque me convirtieron en una mejor versión de mí. Fuerte y más cuerda que nunca, contrario a lo que algunas personas quisieran.
Querida alma mágica, ¿cómo va tu 2024?